viernes, agosto 14, 2009

Los británicos cuando se van de vacaciones se dejan el cerebro en casa

Según ha revelado el Foreign Office británico, las peticiones y/o reclamaciones de sus conciudadanos cuando están de vacaciones por el extranjero son en numerosas ocasiones demasiado surrealistas, de auténticos gilipollas, vamos, porque una cosa es ser exigente a la hora de viajar y otra muy distinta ser tonto del culo.
Así de duros se han puesto en las islas anglosajonas esas. Y es que las autoridades están que trinan. De hecho, y solo para empezar, cuando salen al extranjero los británicos suelen dirigirse a sus embajadas para pedir consejo para toda clase de situaciones (ni que estuvieran en los límites de la realidad), además de quejarse por todo una vez han regresado. Un caso notable es el de aquella madre británica que pidió al consulado de su país en Florida (en Estados Unidos) que ayudasen a su hijo a hacer el equipaje y a llegar hasta el aeropuerto, dado que ella se encontraba algo indispuesta en ese preciso instante. Tenía cagalera.
Dadas las circunstancias y viendo que sus paisanos están haciendo el ridículo por todo el planeta y que el país de su graciosa majestad es en verdad el hazmerreír mundial, el subsecretario de Asuntos Exteriores ya realizó unas declaraciones para concienciar a los británicos de que únicamente han de contactar con el personal diplomático cuando la situación realmente lo requiera. "Nuestras embajadas no están para informar sobre la previsión del tiempo o para dar consejos sobre educación infantil. El personal consular está para ayudar a los británicos que tienen un problema real, desde las víctimas de un crimen y sus familias hasta quienes han sufrido un accidente o han perdido el pasaporte, (payasos)". Todo esta parrafada la dijo en inglés, obviamente, para que lo entendieran bien en London, Manchester, Liverpool... pero no hay manera. No les entra en su dura mollera y así, un estudio de la empresa de turismo Thomas Cook y la asociación de viajeros ABTA recopila un tocho enorme de algunas... -todas no caben, necesitarían arrasar los árboles de toda la campiña británica para tener papel suficiente donde escribir- ...de las sandeces que estos súbditos de la Gran Bretaña generan allá donde van... Así:
-Un hijo de Yunaiti Quindon presentó una queja formal dado que la playa en la que se encontraba era demasiado arenosa. ¡Serás memo!
-Tras un largo vuelo un grupo de viajeros ingleses reclamó que habían pasado nueve horas en el avión para ir de Inglaterra a Jamaica cuando ¡¡¡ los americanos lo hacen en tres !!!
-Una británica exaltada denunció que tomar el sol en topless debería estar prohibido, dado que su esposo le había arruinado las vacaciones al pasarse todo el santo día mirando las domingas de otras mujeres. Y es que tiran más dos tetas que dos carretas.
-Una madre mostró su enorme disgusto porque nadie le había avisado de que ¡había peces en el mar! Y es que sus niños se asustaron mucho. Y claro, no es plan. (Cómo se entere que Greenpeace defiende a ultranza a los pescados de los siete mares va a ver hostias.)
-Cuando un turista inglés llegó de veraneo a España no podía creer lo que se encontró. Al parecer había demasiados españoles, el recepcionista hablaba español y la comida era española. Definitivamente había demasiados extranjeros. ¡Vete a tu país, anda!
-Un viajero que fue picado por un mosquito explicó indignado que nadie le había dicho que un mosquito podía “picar”. (Supongo que tampoco nadie le había dicho que un cerebro puede pensar, aunque esté de vacaciones.)
-Una mujer llamó a la policía diciendo que había sido encerrada en su habitación del hotel por los empleados. Alegaba que la etiqueta de ‘no molestar’ estaba colgada detrás de su puerta como un claro aviso para que permaneciera en la habitación y no saliera.
-Un hombre que viajó hasta Australia se quejó porque la sopa que le habían servido en un restaurante era demasiado espesa y fuerte. Lo que ocurría en realidad es que estaba sorbiendo la salsa para la carne.
-Una pareja denunció que habían comprado unas Ray-ban (gafas de marca) a un vendedor callejero por cinco euros, tan solo para descubrir después -pero mucho tiempo después, y tras acudir a un perito en gafas- que en verdad eran una mala copia y no las famosas originales.
-Una mujer se quedó preñada después de un viaje y cargó contra el hotel donde se hospedó ya que no pudieron darle la habitación con camas gemelas que había reservado y tuvieron que reubicarla a ella y a su amigo en una con cama de matrimonio. ¡Y es que si hubiesen respetado la reserva no habría habido polvete en la distancia y no hubiera regresado de sus vacaciones con un pasajero de más escondido dentro de ella!
-Un turista llamó muy molesto a la agencia de viajes ya que la arena de la playa no era como la del folleto. Era amarilla y no blanca. ¡Qué alguien la cambie pero ya o exijo una indemnización importante!
-Se presentó una reclamación de un grupo de británicos que había guardado cola en un chiringuito y no habían gozado de aire acondicionado en el exterior.
-En un safari africano, un turista pasó junto a un pozo en el que se encontraba un elefante visiblemente excitado por el agua. El hombre presentó una reclamación ya que el comportamiento "inadecuado" del animal le había arruinado la luna de miel.
-Un sorprendido visitante sufrió una gran decepción. Opinaba que el folleto informativo debería advertir de que en las tiendas de la zona no vendían galletas de verdad, de esas con crema pastelera y nueces que son sus preferidas.
-Una familia que fue a pasar el día a un parque acuático reveló malhumorada que nadie les había comentado que debían llevar su propio bañador y toalla. ¡Tranquilos, tenemos aquí unos cuantos calzoncillos cagaos de algunos olvidadizos que os van a ir al pelo!
De todas formas, no son todos tan tontos como parecen. De hecho, muchos ingleses que van de listillos intentan aprovecharse de las aseguradoras tras su período vacacional y no en pocas ocasiones se suelen salir con la suya. Es lo que tiene vivir en una sociedad moderna y avanzada con tantos derechos avanzados y modernos. Por ejemplo, un turista que pasó unos días en Gibraltar (¡español!) denunció que un mono le había robado la cámara en un descuido y ya no había podido recuperarla. Otro, en La India, fue corneado por un toro y pidió que le pagaran los gastos médicos. En ambos casos los demandantes recibieron un buen dinero. Más original si cabe, aunque a este no le falta razón, es el caso de un hombre de avanzada edad que durante un crucero, dado el fuerte viento que soplaba en la cubierta del barco, perdió su dentadura postiza. ¡Al agua! ¿El resultado? Fue indemnizado en concepto de equipaje perdido.

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